
Si algo nos ha dejado claro la crisis provocada por la emergencia sanitaria y social de la COVID_19, es que debemos abordar de una forma transversal el nuevo contexto digital y los retos y oportunidades que ofrece la digitalización en la toma de decisiones y la mejora en el ámbito asistencial de la salud, a través de la evaluación e interpretación de los datos (aplicados a la práctica clínica) y directamente relacionados con los cambios organizativos, estructurales y funcionales en los que estamos inmersos.
Uno de los aspectos que más hemos modificado con la pandemia es la forma de relacionarnos entre nosotros, y por ello, el protocolo de atención a los casos clínicos, no iban a ser menos. Hemos tenido que implementar acciones y canales de comunicación que, seguramente, no habríamos implementado en otras circunstancias y que han provocado que esa “explosión” tecnológica que ya formaba parte de nuestras vidas, cobre ahora una dimensión mucho más espacial (y especial).
Por obligación nos hemos tenido que acostumbrar a esta “revolución tecnológica” que nos ha hecho avanzar en tres meses lo que en condiciones normales nos llevaría años. Por ello, nadie duda ya de que el presente y el futuro de la medicina y la sanidad, pasan por la medicina digital, gracias al uso de las herramientas tecnológicas que facilitan la detección y control de las enfermedades, y al mantenimiento de la salud a través de las aplicaciones móviles, la tele consulta o el Big Data.
La Salud Digital, basada en la denominada “Medicina 4P” (atención sanitaria predictiva, participativa, personalizada y proactiva), es uno de los avances más trascendentes del sector farmacéutico, frente a la digitalización en el sector de la salud y sanitario, que crece a un ritmo más lento y que inevitablemente está sufriendo una aceleración “forzosa” para adecuarse al nuevo sistema de gestión y a las oportunidades que brinda el nuevo escenario de la “Era Post Covid”.
Actualmente ya existen varias herramientas digitales que permiten el análisis eficiente de la información clínica, como el Machine Learning, basado en la contribución para completar la visión tanto de la enfermedad y los enfermos, como de la práctica clínica. De esta forma, se generan nuevas hipótesis que permitan obtener un conocimiento con un enfoque distinto a la investigación basada en métodos deductivos. Herramientas que son la base de los nuevos productos emergentes en el mercado, que ayudan a mejorar la vida de nuestros mayores, y de aquellas personas que padecen afecciones neurodegenerativas, de fácil uso y que consiguen una mejor comunicación entre el usuario y su entorno (familiares, cuidadores y médicos).
No hay que olvidarse de la importancia de alertar de los posibles riesgos del uso de las nuevas tecnologías en el ámbito de la salud y la necesidad de establecer códigos éticos para asegurar que las nuevas tecnologías permitan una correcta gestión de riesgos acorde con las directrices marcadas por las autoridades pertinentes.
Lo que está claro, y nadie duda, es que la digitalización del sector sanitario es cosa del presente y la transformación digital ha llegado para quedarse, ya que nos ofrece un enorme abanico de posibilidades para mejorar el análisis clínico, la toma de decisiones, la comunicación con el entorno, y sobre todo, la mejora en la calidad de vida del paciente.
¡Bienvenidos a la era (de la salud) digital!