
Dicen que en tiempos de guerra es cuando mayores avances surgen… lamentablemente, la pandemia se parece bastante a una guerra y, por ello, tenemos que estar dispuestos a mejorar en todo lo que podamos. Hoy os propongo que trabajéis vuestra resiliencia. Y para entender qué es esto, para qué sirve y cómo hacerlo, os contaré una historia curiosa sobre la fabricación de barcos, los barcos Liberty, en tiempos de la segunda guerra mundial.
Los barcos LIBERTY
El helado día del 16 de enero de 1943, los habitantes de Portland, Oregon, escucharon un terrible estruendo. El SS Schenectady, un carguero recién fabricado, volvía de hacer unas pruebas en alta mar y, de repente, se fracturó justo por la mitad [1].

se ve un barco q rompió en dos por falta de resiliencia en el material
No era la primera vez que pasaba esto a un barco Liberty… en la época de guerra (años 1941-1943), los astilleros americanos se había propuesto batir records en los tiempos invertidos en fabricar barcos de guerra. Se apoyaron en un diseño británico y, simplemente, cambiando los remaches por soldaduras, consiguieron reducir el tiempo de fabricación desde 230 días al principio, hasta una duración de 42 días, lo que resultaba especialmente interesante en tiempos de guerra.
Tras muchas horas de investigación y muchos estudios de las fracturas se llegó a localizar el origen del problema: no era la soldadura el motivo de la rotura, sino el material del que estaba hecho barco [2]. El material tenía poca resiliencia.
Cuando sueldas chapas le confieres al barco una propiedad que puede ser peligrosa: tiene continuidad, por lo que una fisura que aparezca en una esquina puede progresar hasta dar lugar a que el barco se rompa en dos, como se ve en la figura anterior. Se necesita un material con ALTA RESILIENCIA para evitar estos problemas.
¿Qué es la resilencia?
La resiliencia se define como la capacidad que tiene un material para recuperar su estado inicial cuando ha cesado la perturbación a la que había estado sometido.
En este sentido, le pedimos al material que sea capaz de aguantar frío, golpes, carga y, aunque esto le suponga esfuerzo, que sus propiedades no varíen…
Para medir la resiliencia de un material se le golpea y se analiza si el golpe le produce rotura o sólo lo deforma… un material con alta resiliencia se deformará, pero no romperá. Aquel con poca resiliencia, como consecuencia de un golpe se fracturará de forma frágil, como si fuera un vidrio.
¿cómo se aplica a las personas?
Se entiende que el individuo resiliente tiene, por una parte, capacidad de resistencia y, además, cuenta con aptitudes para salir adelante a pesar de la adversidad o los acontecimiento traumáticos [3].
Si un metal es capaz de romperse en ciertas condiciones parece perfectamente creíble que los seres humanos nos ‘rompamos’ o nos agrietemos cuando sufrimos y más aún cuando el sufrimiento se alarga y estamos en estado de continua incertidumbre. Pero, al igual que pudieron mejorar los barcos Liberty cambiando las propiedades de los materiales, de nosotros depende el mejorar nuestras ‘propiedades’ y hacernos más resilientes para ser más felices y hacer más felices a los que nos rodean (física o telefónicamente).
¿cómo la resiliencia nos ayuda a vivir mejor en estos momentos?
La resiliencia nos permite recibir día tras día, como está ocurriendo desde marzo, noticias negativas sobre la situación sanitaria y ser capaces de sobrellevarlo. Significa que, sabiendo escuchar estos mensajes con el corazón, los aprendamos a gestionar con el cerebro.
Hay muchos libros que hablan de resiliencia y, entre otras recomendaciones, se suelen recomentar las siguientes pautas para conseguir incrementar nuestra resiliencia:
- mejorar nuestras capacidades de comunicación: si aprendemos a comunicarnos con los demás, a contarles lo que sentimos y escuchar lo que sienten ellos, liberaremos gran parte de nuestra angustia,
- preocuparnos solo por lo que podamos controlar. No sirve de nada que nos pongamos nerviosos o ansiosos por el hecho de que el virus esté con nosotros, sobre esto poco podemos hacer, salvo aprender e interiorizar la forma en que debemos convivir con él para evitar contagiarnos y contagiar a otros,
- aceptar que no siempre se puede estar contento. Aunque es maravilloso reir y estar feliz, es evidente que este tiempo lleva asociado sufrimiento, propio y ajeno; si hoy no toca reir no podemos castigarnos. La vida es así… dulce y amarga… tocarán momentos mejores.
- Intentar hacer algo para remediar los problemas siempre alivia. Sobre todo, intentar aliviar el sufrimiento de los demás puede proporcionarnos buenas sensaciones y hacernos felices en las peores situaciones.
- Pensar en lo que hacíamos y ahora no hacemos; los viajes, los abrazos, los cafés, las comidas familiares… pensar en cómo lo volveremos a hacer puede ayudarnos a hacer más corta la espera.
- Llenar nuestros días de tareas que antes no teníamos tiempo para hacer. Nos hemos pasado una vida diciendo ‘si estuviera en casa más tiempo haría….’ Y ahora, estamos más en casa…. Ya no tenemos disculpa para no hacerlo (armarios, ordenar fotos, aprender a coser, dibujar, escribir poesía, escribir cartas a nuestros seres queridos, hacer deporte, hacer pasatiempos, cocinar…)
- Practicar la meditación o mindfulness, como ya hemos comentado en alguna noticia anterior, permite valorar el presente y disfrutarlo en la medida de lo posible.
- Y si no puedes con ello tú solo y la situación te produce mucho malestar, no dudes en recurrir a un profesional para contarle tus problemas. Los psicólogos y psiquiátras tienen experiencia y recursos para que nos enfrentemos mejor a la vida. Igual que si te duele la cabeza te tomas una aspirina, si te angustias más de la cuenta necesitas medicina para tu cerebro y estos profesionales saben dártela.
La Fundación MAPFRE en su artículo titulado “El arte de vivir con incertidumbre” [4], de donde hemos extraído estos consejos para llevar bien la situación actual, pero que recomendamos leer con detalle en este enlace.
- Vive el hoy.
- Preocúpate solo de lo que dependa de ti.
- Conoce tus emociones y acéptalas
- Evita la sobreinformación
- Cambia el foco. No pienses solo en tus preocupaciones.
- Sé flexible y entiende que no son tiempos para hacer planes
¿qué podemos mejorar con la COVID?
Esta pandemia nos ha traído una gran tragedia a nuestra sociedad, vivíamos tan bien que parece imposible que nos esté pasando esto. Pero, leído en forma positiva, la pandemia es una oportunidad de hacernos mejores, de consolidar la resiliencia de cada individuo para llegar a una sociedad más madura y consciente de sus puntos fuertes y débiles.
En ese sentido, estamos viendo que la medicina y la ciencia están dando pasos de gigantes; la telemedicina está cada día más presente en nuestra vida y sin duda será nuestra solución para gestionar la sanidad en una sociedad cada vez más envejecida. Porque desde i4life creemos que la ingeniería aplicada a personas puede mejorar nuestra calidad de vida.
Autores: texto por Marián García Prieto, Dra Ingeniería Industrial. CEO y fundadora de i4life. Fotografía de portada por Javier Martín, CMO de i4life.
Referencias: